El pasado lunes un tribunal de apelación de Estados Unidos, dictó como sentencia que cincuenta de las obras de Sherlock Holmes escritas por el escocés Arthur Conan Doyle pasan a formar parte del dominio público estadounidense al haber sido publicadas antes de 1923.
Esta sentencia viene a reafirmar lo que ya dictaminó un juzgado de Chicago el pasado diciembre. La disputa viene de lejos entre el autor Leslie Klinger y los herederos de los derechos de Conan Doyle, recogidos en el Conan Doyle State Ltd. Klinger, autor de diferentes obras anotadas sobre Sherlock Holmes, ya tuvo que pagar en su día una gran cantidad de dinero al Doyle State para poder publicar sus libros. Cuando se disponía a lanzar su último proyecto se vió en la tesitura de volver a pagar o ver como la editorial paralizaba la publicación ante la amenaza del Doyle State de detener las ventas en Amazon.com y Barnes & Noble si el pago no se producía.
Al verse en esta situación Leslie Klinger decidió demandar al Doyle State alegando que las obras de Sherlock Holmes ya eran de dominio público en Estados Unidos y que los derechos de autor no podían alargarse indefinidamente. Y en una sentencia firmada en diciembre de 2013, el juez Ruben Castillo, de la audiencia de Chicago le dió la razón en lo referente a las cincuenta primeras obras publicadas antes de 1923. Pero los herederos de Conan Doyle no estuvieron satisfechos y decidieron apelar la decisión que ahora ha sido ratificada por el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de Estados Unidos en Chicago.
La nueva sentencia del juez Richard Posner, dictamina que la legislación nacional de derechos de autor no abarcaba a trabajos previos que representaban al famoso detective, incluyendo referencias a Holmes, su compañero el Doctor Watson, su archienemigo el profesor Moriarty, su domicilio en 221-B Baker Street e incluso su consumo de cocaína. El escrito continúa señalando que no hay ningún motivo para expandir los derechos de autor estadounidenses más allá de su expiración y que sólo las últimas 10 obras de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes todavía están recogidas bajos los derechos de la propiedad intelectual al haber sido publicadas entre 1923 y 1927, puesto que sus derechos no expirarán hasta pasados 95 años.
Esta sentencia puede sorprender a los europeos, puesto que en Europa los derechos de autor desaparecen a los 70 años de la muerte del autor y por ese motivo desde el año 2000 la obra de Arthur Conan Doyle es de dominio público a este lado del Atlántico ya que el autor escocés falleció en 1930.
La verdad es que ya había habido varias disputas contra el Conan State en cuya opinión el derecho de autor abarca tanto la historia publicada como los personajes que aparecen en ella, y en esta distinción es donde estaba el problema. Si los personajes quedaban enmarcados dentro de los derechos, aunque esas cincuenta primeras obras fueran de dominio público igualmente no podría utilizarse ni referenciarse a Sherlock Holmes o el Doctor Watson o cualquiera de sus características al estar sus personajes dentro de las diez historias todavía bajo la ley de propiedad intelectual y en manos de los herederos de Arthur Conan Doyle.
Y es a esto a lo que ha dado fin la sentencia del tribunal. Los derechos de autor no permiten proteger las referencias a los personajes si éstos ya aparecían en obras anteriores. Lo que sí permanece bajo el control del Doyle State serían referencias a hechos ocurridos a esos personajes durante esas diez últimas historias publicadas como el hecho de que el Doctor Watson jugara a rugby en su juventud o la aparición de una nueva señora Watson.
Frente al paso al dominio público de una obra siempre nos encontramos con dos tipos de opiniones. Están los que creen que permitir a cualquiera trabajar sobre una historia o personaje ya creado lo que hará será devaluar a ese personaje y que pierda su carisma al no tener el control del autor original o sus herederos, mientras de otro lado están los que ven una oportunidad de explorar nuevas ideas y caminos sólo esbozados en la obra original que puede llegar a alcanzar cumbres más altas.
En este respecto sería bueno recordar que el propio Arthur Conan Doyle dijo que le daba absolutamente igual lo que la gente hiciera con Sherlock Holmes cuando se le pidió permiso para representar la primera obra teatral de sobre el detective allá por 1899 de la mano de William Gillette.
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